miércoles, 16 de noviembre de 2011

Fuente Obejuna.

En este municipio, el registro mas antiguo sobre chozas, lo encontramos en La Antigüedad, hacia el siglo I a. C. En el poblado minero de “La Loba” se excavan [1] cuatro o cinco casas tipo chozas, en las que se hacinaban los esclavos que trabajaban en la extracción de plomo argentífero. Eran habitaciones pequeñas, levantadas sobre el granito y con suelo de tierra. Como cimentación tenían una pared de piedra, de pocos centímetros de altura, cogida con barro. Las cubiertas debían estar fabricadas de ramajes y serían muy parecidas a las chozas actuales.

Su extenso término, conformado por la propia villa y sus 15 aldeas, disponía a finales del siglo XIX, según Manuel Cabronero[2] de un total de 355 construcciones tipo albergues o chozas, bien diseminadas o en núcleos de población. Algunas de ellas, podrían corresponder con las abundantes referencias cartográficas y de toponimia encontradas. No obstante, podríamos tener una aproximación cuantitativa de su número por entidad de población, aunque este autor, no diferencie entre casas de teja o chozas al hacer el desglose de sus aldeas: Alcornocal (92), Argallón (126), Cañada del Gamo (78) Cuenca  (145), La Cardenchosa (104), La Coronada (186), Los Morenos (40), Los Pánchez (56), Navalcuervo (38), Obatón (9), Ojuelos Altos (124) Ojuelos Bajos (105), Posadilla (219) y Piconcillo (103). En esta última, Pascual Madoz[3], refiere la existencia de chozas en 1852, y ya hacia mediados del siglo XX, diversos informadores aportan referencias sobre este tipo de refugios asociados al pastoreo y la minería: “La Cumbre, La Coma  y Mina María”.


Pequeño chozo de juncos en la aldea de Cuenca.

Por casi todo su territorio, abundan los topónimos alusivos a esta forma de vivienda o refugio: “Choza Alta, Chozo Regado, Chozo Redondo, Choza de Ganaderos, Llano de las Chozas del Castillo, Casas de las Chozas, Dehesa de Chozas, Mina Las Chozas, Casa del Chozuelo, Perdigones y Chozones, Casilla de Choza Aranda, etc…”.

Igualmente, existe una vinculación ancestral de estas tierras con la cría del cerdo ibérico, lo que conllevó una amplia difusión de las infraestructuras vinculadas a  su manejo, destacando distintas formas arquitectónicas: zahurdas, zahurdones, chozas, chozos, corrales y parideras. Algunos ejemplos, los encontramos en los diversos chozos aún localizados en diferentes estados de conservación: “Navahermosa, El Terrero, Las Adelfas, San José, La Montesina, La Beloña, Segoviana Alta, Serrezuela Baja”; y otros ya desaparecidos: “La Dehesilla, Las Cuevas, El Almendro, Casa de La Dehesa, Huerta de la Rabiza”.


Choza de La Montesina.

Por otro lado, la estratégica situación de Fuente Obejuna, puente entre Andalucía y Extremadura, hizo que el fenómeno trashumante explotara sus abundantes recursos naturales (dehesas y pastos) para el ganado ovino desde tiempos muy remotos. Para el pastoreo, se construían toda una serie de tipologías de refugios y albergues: desde los pequeños chozos portátiles y demontables realizados con juncos o centeno, a “Chozas circulares mixtas” a base de zócalo de piedra y cubierta cónica vegetal, “Chozas mixtas a dos aguas”, “Chozos de piedra”, e incluso “Chozos de cúpula”. Se dan cita aquí, toda una serie  de técnicas tradicionales para su construcción: las fibras vegetales cosidas a torzal, la piedra seca, el tapial, el adobe, el ladrillo, falsa bóveda, cúpula semiesférica, etc.  


[1] BLÁZQUEZ MARTÍNEZ, J. M. (1981). Poblado de esclavos mineros en Fuenteobejuna. Revista de Arqueología 3. 7-12 pp.
[2] CABRONERO Y ROMERO, M. (1891). Resumen por ayuntamientos de todos los edificios y albergues. Fuente Obejuna (pag. 83).
[3] SÁNCHEZ ZURRO, D. (ed.) (1987). Pascual Madoz (1845-1850), dice: “constando de tres calles pequeñas e irregulares, varias casas esparcidas y algunas chozas” (pag.205).


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